Recibimos esta pregunta de manera anónima: ¿Cómo puedo diferenciar entre la disciplina de Dios y la consecuencia de mis actos? acompañando a una segunda duda que es: ¿Cómo sé que Dios me está disciplinando?
De manera parcial, ya hemos respondido a esta pregunta en otra ocasión, aunque el enfoque era distinto pues ahora se circunscribe a cómo saber si lo que estoy padeciendo es resultado de la disciplina de Dios o consecuencia de mi pecado.
Para empezar, debemos aclarar varias cuestiones; la primera es que Dios puede usar la disciplina y de hecho la usa para corregirnos cuando hemos pecado. Así que en ese caso la disciplina es al mismo tiempo la consecuencia de nuestro pecado. es muy difícil discernir si esa consecuencia es parte de la disciplina correctiva de Dios, o solo son las consecuencias. 2 Samuel 12:13-14
Por ello lo conveniente es no distraernos tanto en tratar de dilucidar esa situación sino enfocarnos en la restauración, es decir en lo que Dios me quiere mostrar o está permitiendo en mi vida para corregirla.
En segundo lugar, cómo tenemos que considerar la disciplina, (correctiva generalmente), o aún en forma de castigo, (concepto retributivo específicamente). Pero siempre tendría el propósito de corrección, o restauración. Dios únicamente disciplina a sus hijos, a los demás les aplica la ira en juicio. Aunque de manera general se suele usar la palabra juicio para aludir también a la disciplina, pero en sentido estricto y riguroso la disciplina solo es para los hijos, es decir para creyentes. Hebreos 12:6-7
Al final de cuentas el enfoque debe de ser en lo que Dios nos está mostrando. Así lo entendió David que cuando reconoció su pecado, sabía que había pecado contra Dios y recibió la disciplina del profeta Natán enviado de Dios, incluso la Biblia enseña que después de que había muerto su hijo, como el profeta lo había dicho, David adoro a Dios. 2 Samuel 12:13-14 y 20
David no tenía la menor duda que ese castigo venía de parte de Dios y lo acepto, porque la comunión (relación), que tenía con Dios era cercana. 1 Samuel 13:13; 16:17
De igual manera ocurrió con el joven de la Parábola del Hijo Pródigo, que cuando entendió que tales cosas que le estaban ocurriendo eran por su pecado, sin duda reconoció que tenía que arrepentirse, al confesar que había pecado contra el cielo y se volvió a su casa, es decir, se arrepintió de que había ofendido a su padre como tipo de Dios. Lucas 15:11-20
Eso quiere decir que la obra del Espíritu Santo nos ayuda a discernir:
- Si es disciplina.
- Si es consecuencia de nuestros actos.
- Si es disciplina que usa la consecuencia de nuestros actos.
Lo anterior implica que lo más importante en primer lugar, es examinar nuestro corazón, estar dispuestos a confesar nuestros pecados para que nuestro corazón sea limpiado y nos lleve al arrepentimiento delante de Dios y no obsesionarnos con saber por qué es esa disciplina, pues será difícil desentrañarlo, será mejor dejárselo a Dios. Salmo 139:23-24
No debemos olvidar que los padecimientos pueden tener muchas causas, por ejemplo, como ya lo apuntamos, la consecuencia de nuestros actos, o bien la disciplina usando Dios o no las consecuencias de nuestros actos. Pero también hay que estar conscientes que pueden ser resultado de las pruebas que Dios esté usando para hacer madurar nuestra fe, cómo lo podemos ver en Santiago 1:2-6 y 1 Pedro 1:6-7
Una situación más puede ser por causa del testimonio del Evangelio, lo que además demostrará que verdaderamente somos creyentes. 1 Pedro 4:12-13
Y por último, simplemente será porque Dios lo está permitiendo, como lo que le ocurrió a Job en Job 1:13 y ss.
Este Libro nos muestra que la causa de los padecimientos no eran el pecado, ni el juicio que Dios, como lo pretendieron sus “amigos”, qué agregaron sufrimiento a su sufrimiento y que lo único que provocaron es que Job se quejara de Dios. Job 4 y ss.
Debemos ser cuidadosos cuando vemos a alguien enfrentando aflicción de no juzgar precipitadamente.
Al final del asunto, las Escrituras nos muestran las bondades de la disciplina de Dios a sus hijos. Hebreos 12:3-9
Combatir el pecado
Debemos saber que tenemos que combatir en esta vida, (mientras estamos en el cuerpo), con el pecado. Es una batalla espiritual. v.3 y 4, en relación a Romanos 7:14-25
Nos disciplina como a hijos
La disciplina de Dios nos muestra que somos sus hijos y que aún en una condición de pecado no nos abandona sino busca nuestra restauración, corregir lo malo. v.5
Nos disciplina por amor
La disciplina de Dios nos muestra el amor de Dios, porque El quiere que como el hombre así el Padre disciplina porque quiere ver a sus hijos en el bien, v. 6-9, en relación con Deuteronomio 8:5
Nos disciplina para obediencia
Dios nos disciplina para producir una obediencia que nos lleve a vivir una vida de santidad.
Así que no te detengas en tratar de discernir si es disciplina o consecuencia, o aún disciplina usando la consecuencia. Mejor es pedir sabiduría a Dios y ver que te esta mostrando y que tienes que hacer para tu vida espiritual.

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