A simple vista del título de esta reflexión nos parece dar una idea lógica de lo que ello significa. Y si vamos un poco más allá de la idea primaria podríamos incluso pensar en lo encomiable que resulta servir a Dios.
Sin embargo, cuando ponemos manos a la obra, cuando queremos llevar a la práctica esa idea, corremos el riesgo de equivocarnos totalmente.
Una reacción “natural” nos lleva a pensar de manera inmediata e incondicional, que el servicio a Dios, es hacer algo por Dios. Pero esta idea debe ser descartada totalmente porque la Biblia la descarta de manera contundente cuando dice:
“El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas.” – Hechos 17:24-25
Así que cualquier servicio que usted piense que está dirigido a Dios debe primero cuestionarlo para no caer en el error de pensar que está sirviendo a Dios porque hace tal o cual cosa.
Tenemos un ejemplo en las Escrituras que nos conduce a saber cuál es el verdadero servicio que busca y agrada a Dios.
El texto bíblico dice:
“Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.” – Lucas 10:38-42
Se trata de Marta que pensaba que servía a Dios porque tenía su propia idea de servicio, no la idea de nuestro Señor Jesucristo.
En el v. 38, leemos que Marta recibió en su casa a Jesús, lo cual de suyo merece aprobación, y además en el v.40, se dice de ella que se preocupaba con muchos quehaceres. Pero ponga atención en la segunda parte del versículo, sucede algo increíble que deriva de su obcecado corazón por las tareas. Cuestiona, sí como lo oye, cuestiona a Jesús, reconviniéndole por qué no tiene cuidado de que su hermana no le ayude, y la deja sola sabiendo que tenía que preparar todo para atender a Jesús.
A simple vista, parecía que tenía razón, había un invitado especial y había que atenderlo.
Esta concepción del servicio a veces nos distrae de la parte buena. Lo urgente no nos deja ocupar de lo importante.
Jesús la tuvo que reconvenir haciéndole ver que su afán por servir la tenía turbada. Que había muchas cosas que no la dejaban ver con claridad.
Jesús le hizo ver que su hermana María estaba dando el mejor servicio al Señor, al adorarle. Jesús le hizo ver a Marta que no se necesitaban muchas cosas, sólo una: sentarse a sus pies para escucharlo.
La dedicación a Dios es la mejor forma de servirle, Satanás quiere que nos postremos ante las cosas materiales, así se infiere de Mateo 4:9, porque convertiremos cualquier cosa en nuestro Dios.
El servicio es solo un medio para adorar a Dios, si se vuelve nuestro Dios. eso nos distraerá del verdadero servicio que está basado en la adoración al Señor.
No me malinterprete, estamos llamados a servir a Dios y a su pueblo, pero cuando el servicio se vuelve en nosotros el fin, corremos el riesgo de adorar al servicio y no a Dios, y no podemos servir a dos señores.

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