Recibimos la siguiente pregunta de “P”: ¿Un cristiano puede seguir sintiendo gustos homosexuales si ya es salvo y a dado testimonio de su salvación o realmente no es salvo, pero sigue sintiendo gustos homosexuales, aunque no los lleva a la práctica?
Para poder entender esta situación que plantea, sería necesario previamente entender cuales son los efectos de que una persona sea salva.
El apóstol Pedro en su Primera Epístola en el Capítulo 1, versículos del 3 al 5, nos muestra los efectos de la salvación:
“Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.” – 1 Pedro 1:3-5
Nuevas naturaleza
Primero. Nos hizo renacer, lo cual significa que nos hace nuevas criaturas, lo que a su vez nos habla de regeneración, que significa adquirir una nueva naturaleza.
Nuevas responsabilidades
Segundo. Ese cambio de naturaleza nos lleva a que, mediante la fe alcancemos la salvación futura, es decir, la glorificación, lo que quiere decir que si alguien es salvo lo va a ser desde la justificación hasta la glorificación, como lo enseña la Escritura en Romanos 8:29-30
Así las cosas, y debido a un auténtico cambio de naturaleza, el creyente adquiere ciertas responsabilidades, entre ellas las siguientes.
En el mismo libro de Romanos Capítulo 6, el apóstol Pablo nos enseña que, habiendo sido crucificados junto con Cristo, v.6 y 8, nosotros tenemos la responsabilidad de:
- Considerarnos muertos al pecado, v. 11
- Que el pecado no reine en nuestro cuerpo.
- A no obedecer al pecado, v. 12
- A no presentar nuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino como instrumentos de justicia, v. 13
- El pecado ya no nos debe dominar, v. 14
Esto es, que en nosotros está decidir, con la ayuda del Espíritu Santo, a rechazar de cualquier forma el pecado, ya sea de pensamiento o de obra, para lo cual la Biblia nos dice que debemos rechazar en nuestra mente todo argumento que se oponga contra Dios, para lo cual debemos llevar cautivos nuestros pensamientos a la obediencia de Cristo, 2 Corintios 10:5
Para el hombre no hay una relación estrecha entre lo que pensamos y hacemos, tan es así que cuando nos queremos justificar delante de los hombres y de Dios, de que no necesitamos ser salvados, generalmente argumentamos lo que no hacemos; no he matado, no he robado, pero jamás se nos ocurre que los pensamientos están en el centro del corazón mismo del hombre. La Escritura dice en Marcos 7:21, que del corazón salen los malos pensamientos.
Ahora debe saber que la Biblia usa de manera intercambiable en su lenguaje mente, corazón y entendimiento.
Dado que el objetivo del ataque del enemigo se enfoca en nuestra mente, es por ello, que Dios nos guía a renovar el espíritu de nuestra mente, es decir, en el interior, no nada mas en lo externo, por eso nos exhorta la Biblia a despojarnos de la vieja manera de vivir en deseos engañosos y a vestirnos del nuevo hombre, Efesios 4:22-24
La buena noticia es que aquellos que tienen el Espíritu de Dios morando en sus vidas y son salvos cuentan con su guía y además al tener la mente de Cristo, 1 Corintios 2:16. Nos permite encausar nuestros pensamientos en la paz de Dios, como dice Filipenses 4:7 y el versículo siguiente nos instruye en qué debemos de pensar.
El Señor Jesucristo siempre hizo énfasis en la importancia de lo interno respecto de lo externo. Cuando en el Sermón del Monte dijo que aquél que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró, Mateo 5:27-28. Y aquel que llama fatuo a su hermano, ya cometió homicidio, Mateo 5:21-22. Lo que significa que Jesucristo conceptualiza el pecado como el pensamiento pecaminoso, aunque no se exteriorice.
En la época de Jesús, los fariseos enseñaban que el pecado es el hecho consumado, el exterior, pero Dios hace énfasis en el pensamiento, pues es el paso previo a la consumación.
Dios quiere que seamos nuevas criaturas, nueva creación, no sólo que nos disfracemos, sino que nos despojemos y nos vistamos de la nueva criatura qué somos, porque fuimos regenerados para una esperanza nueva. para lo cual se requieren medidas drásticas, como la que señala Mateo 5:30:
“Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.” – Mateo 5:30
qué no quiere decir precisamente que nos cortemos la mano, sino que nos apartemos y esa es la clave de nosotros y de nuestros pensamientos. Todo aquello que nos induzca a pensar en algo que nuestra naturaleza carnal nos lleva, debe ser apartado inmediatamente.
Esa lucha entre la carne y el Espíritu sólo la ganará quien esté mejor alimentado, la carne o el Espíritu.
El Espíritu se alimenta con la Palabra de Dios, ese es el sentido de vivir para Dios. Mateo 4:4

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