Esta semana hemos recibido la siguiente pregunta de “G”: ¿Por qué en Mateo 24:36 (en las traducciones más fieles), dice respecto a “aquel día” que “ni el Hijo sabe” el día y la hora en que será? ¿Qué no Cristo siendo Dios, debería saberlo?
A primera vista parece ser algo incomprensible que Jesucristo siendo Dios y por tanto, contando con todos los atributos propios de la divinidad, como es la Omnisciencia, no sepa el día en que será su venida.
En efecto, las traducciones y diversas versiones de la Biblia no coinciden al respecto, por ejemplo, la Biblia de las Américas, la Biblia de Jerusalén, la Versión Popular, y la English Standard Versión incluyen en su texto que el Hijo tampoco sabe, solo la versión Reina Valera 60 y la Straubinger, excluyen esta idea.
Al respecto debemos considerar varas cuestiones. En primer lugar, la innegable omnisciencia de Jesucristo, pues lo mismo es cien por ciento hombre que cien por ciento Dios. Sin embargo, Jesucristo en todo su ser (humanidad y sustancia divina), siempre decidió ajustarse a la voluntad del Padre.
Jesucristo jamás reclamó para sí la decisión total de actuar, así lo vemos en varios pasajes del Evangelio de Juan que presenta a Jesucristo como Dios.
Por ejemplo, en Juan 4:34, Jesucristo afirma que su comida, lo que lo sustentaba, era hacer la voluntad del que lo envió; en Juan 5:30 en donde reconoce voluntariamente que Él no puede hacer nada por sí mismo, porque no busca su voluntad, sino la del Padre. En Juan 6:38 y 39 dice, que no vino para hacer su voluntad, sino la del Padre.
De todos estos textos claramente podemos desprender el carácter de sumisión voluntaria de Jesucristo a su Padre. No solo como su Hijo sino como hombre en esta tierra. Es en ese sentido que Él no se ha empeñado en hacer énfasis de que Él sabe o conoce el día de su venida, sino que ha decidido, otra vez, voluntariamente dejarlo en la potestad del Padre, Hechos 1:7. Tal y como se desprende de la oración en el huerto de Getsemaní en donde a pesar de su dolor y sufrimiento, expresó:
“…no se haga mi voluntad, sino la tuya” – Lucas 22:42
En segundo lugar, a lo anterior habrá que agregar que nuestro Señor Jesucristo al hacerse hombre, no estimó el ser igual a Dios para reclamar ese derecho de conocimiento pleno y total, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de hombre, y además se humilló haciéndose obediente, Filipenses 2:6-8
Todas estas cuestiones nos muestran esa autolimitación voluntaria que implica sujetarse al Padre. Y fue hasta que regresó al cielo que reclamó para sí de nuevo toda la potestad en el cielo y la tierra, pues ya no estaba como hombre en la tierra, Mateo 28:18
Es evidente que el dicho de Jesús en el sentido de no conocer voluntariamente el tiempo de su venida tiene un propósito el cual lo encontramos reflejado en la parábola de Mateo 24:37-44, en donde nos muestra lo que quería que comprendieran.
Si leemos con detenimiento la parábola vemos que se refiere a “aquel día”, al citar la venida de Hijo del Hombre, v.37. En ese tiempo todo estará transcurriendo “normalmente”, para el mundo incrédulo v.38, sin tener conciencia, sin entender que Dios ha establecido un día para que todos sean juzgados, v.39. Y entonces comenzará el tiempo señalado que se iniciará con el Rapto o Arrebatamiento de los creyentes, vv.40 y 41.
Debido a eso, lo que tiene Jesús en mente, no es que nosotros sepamos (como algunos han pretendido conocer), el tiempo de su venida, sino para lo siguiente:
- v.42 Para que velemos, pues es evidente que no sabemos cuando vendrá Jesucristo, 1 Tesalonicenses 5:1-11
- v.43 Para que sepamos que si no velamos podemos ser sorprendidos.
- v.44 Para estar preparados porque podría venir y nosotros no estaríamos listos espiritualmente hablando.
El apóstol Pablo advirtió a los creyentes en 1 Tesalonicenses 5, para que no duerman, sino para que velen y sean sobrios, vistiéndose de la coraza de la fe y de amor, y del yelmo de la esperanza y salvación.
Es triste que el hombre sin sobriedad y con soberbia ha pretendido conocer y saber el día, afirmando que el Señor vendría en 1843, el 22 de octubre de 1844, en otoño de 1914, en el año 2000, etc.
Animamos a los creyentes a seguir el ejemplo de Jesús y humildemente reconocer que a nosotros no nos es concedido saber el día de su venida y a velar y ocuparnos de nuestra santificación, Filipenses 2:12.

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