Desde la reflexión de la semana pasada, venimos refiriéndonos a las palabras de Jesucristo donde nos instruye y ordena que amemos y oremos por nuestros enemigos:
“Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen.” – Mateo 5:44
¿Cómo es posible conjugar el amor y el odio?, ¿en qué estaba pensando el Señor cuando nos manda amar a nuestros enemigos?, que sin duda lo son por el mal que pensamos que nos hacen, o quiero pensar que esa no sea la única razón, pues alguien podría ser nuestro enemigo por causa del mal o perversidad que hacen contra cualquiera o por el abierto rechazo y a veces aún grosero que hacen de nuestro Señor Jesucristo.
Pues bien, la respuesta a este es el segundo elemento que aparece en Mateo 5:44, y que es la obligación que tenemos de orar por ellos.
¿Cuál sería el sentido de orar por personas que hacen el mal abiertamente? Pues bien, la Palabra de Dios nos dice:
“¿Quiero yo la muerte del impío? dice Jehová el Señor. ¿No vivirá, si se apartare de sus caminos?” – Ezequiel 18:23.
Dios no desea la muerte de impío, Él lo que quiere es que se aparte del camino de perdición. Así se desprende de la pregunta retórica que hace y que sólo admite una respuesta: No. Dios no quiere la muerte del pecador.
En esa línea de pensamiento, lo único que se nos presenta es orar por su salvación.
Es indudable que Dios aborrece el pecado, la impiedad, la perversidad, pero también al hombre que hace tal cosa, no por un deseo de destrucción o de perdición, sino porque es un Dios Santo.
“Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad.” – Romanos 1:18
“Cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia.” – Colosenses 3:6
“¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!” – Hebreos 10:31
En muchos pasajes de la Biblia vemos referencias al destino de los que se pierden, del juicio, de su situación de condenación, pero aún así Dios ha postergado su venida con el único propósito de que se arrepientan,
“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.” – 2 Pedro 3:9
Por eso precisamente aparte de amar a nuestros enemigos, debemos orar por ellos, porque el amor verdadero conduce a la compasión, a la misericordia. No se puede hablar de un auténtico amor, si no se busca el bienestar de los demás, sea como sea.
Por eso aquella frase de que “Dios aborrece el pecado, pero no al pecador”, no dejar de ser una buena frase o en el mejor de los casos una frase incompleta. Porque por toda la Biblia Dios condena a sus enemigos, si bien fue capaz de morir por ellos con el único propósito de salvarlos por su infinita misericordia.
“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. 9 Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. 10 Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.” – Romanos 5:8-10.
Pero también oró por ellos:
“Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes.” – Lucas 23:34
Pero también afirmó:
“No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.” – Romanos 12:19
El aborrecimiento no excluye el amor y orar por la salvación, Mateo 5:44

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