Una pregunta muy importante porque de ello depende nuestra alimentación espiritual, crecimiento y madurez. “L” nos preguntó: ¿Cómo se puede distinguir entre la sana doctrina y la que no?. Esta es la respuesta que encontramos en la Biblia.
Para distinguir entre lo que está bien y está mal, tienes que hacerte experto en lo que está bien y cuando te presenten algo que está mal lo rechazarás con mayor facilidad.
Una vida Espiritual
Una primera recomendación es preocuparte por tu vida espiritual, el crecimiento te enseñará a reconocer la sana doctrina, orando, escudriñando las Escrituras, discipulándote, teniendo compañerismo.
“Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación” – 1 Pedro 2:1-2
Compáralo contra las Escrituras
Una segunda recomendación es comparar lo que se enseña y predica en tu Iglesia con lo que dicen las Escrituras, Juan 5:39 en relación con:
“…escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así.” – Hechos 17:11
Fidelidad y constancia
Una tercera cuestión, es ser fiel y constante, 2 Pedro 2:14, donde habla Pedro de los falsos maestros.
Entonces, como tu puedes ver, la responsabilidad de reconocer la sana doctrina es del propio creyente, y le puede ayudar en ello lo siguiente:
Estar atento a que la enseñanza que recibe esté basada en la Escritura, no en apreciaciones personales, sentimientos o emociones únicamente. Que se predique la Biblia, 2 Timoteo 4:2a
Entender que los dones de enseñanza y predicación no están basados únicamente en la elocuencia, que consiste en hablar o saber hablar, sino en exponer la Palabra de Dios, no la propia. Porque no se trata de fascinar a los creyentes sino dejar que la Palabra inspirada transforme la vida de las personas.
Tampoco es suficiente un espíritu fervoroso, hay que conocer el consejo general de Dios, es decir, la doctrina general bíblica. Hechos 19:24-26
Finalmente, la sana doctrina tiene que ver con que los líderes de una Iglesia deben tener un incuestionable compromiso con la Palabra de Dios.
“Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina.” – Tito 2:1
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