El Esfuerzo Humano y la Fe | Reflexión Pastoral | Vida Abundante iglesia Cristiana

El Esfuerzo Humano y la Fe

Cuando las Escrituras nos conminan a esforzarnos, la primera impresión que viene a nuestra mente es el ejercicio de la fuerza de voluntad. Sin embargo, debemos tener claro lo que significa que seamos llamados a esforzarnos.

La palabra ‘agonizomai’, pareciera confirmar la primera idea qué tenemos de esforzarnos, pues puede ser traducida como pelear, luchar, hasta quedar extenuados. Así lo entendemos cuando observamos que nuestra palabra ‘agonizar’ tiene su origen en este verbo. Parecería que se nos anima al esfuerzo extenuante para conseguir algo, y además si nos enfocamos en la palabra castellana esforzar, nuestra idea primera se fortalecería pues nadie podría negar que la palabra esfuerzo implica poner nuestras fuerzas en algo que tenemos que conseguir.

Ahora bien, esta conclusión no es del todo incorrecta, si el énfasis lo hacemos en el objeto o sujeto en el que tenemos que esforzarnos, y no como siempre lo hacemos, que el énfasis lo ponemos en el sujeto que se esfuerza, es decir en nosotros mismos.

Cuando la Biblia nos pide esforzarnos, el énfasis no está enteramente nosotros, como cuando nos piden que nos esforcemos en ser justos. Sino en aquello en lo que tenemos que esforzarnos.

Por ejemplo, en el Antiguo Testamento Dios le dijo reiteradamente a Josué que se esforzará y fuera valiente. Tal exhortación pareciera un tanto fuera de lugar si consideramos que Josué era un militar ejemplar. Pues bien, podríamos decir que era el general que Moisés enviaba a las batallas, y si a eso agregamos que se portaba valiente según lo describe la Biblia, pareciera que no hace falta tal exhortación.

Antes de continuar lee: Josue 1:1-8

Pero si vemos el trasfondo de la historia entenderemos lo siguiente:

  1. Dios había impedido a Moisés entrar a la tierra prometida por su momentánea falla en la fe, y por eso solo pudo verla desde el monte Nebo.
  2. Dios había elegido a Josué que fue servidor de Moisés. Josué sabía cómo Dios había engrandecido a Moisés y ahora vería que él estaba siendo elegido como su sucesor.
  3. Dios le estaba haciendo una serie de promesas que a los ojos de los hombres no eran fáciles de reconocer; por ejemplo; le daría la extensa tierra prometida para él y todo el pueblo; qué Dios estaría con él y que nadie le podría hacer frente todos los días de su vida.

Pues bien, el experimentado general en batallas tenía que confiar en Dios porque las batallas no las ganaría con la espada o con ejército, como lo puedes constatar enseguida.

Lee también: Josué 6:1-5; Josué 6:15-16; Josué 6:20.

Es decir, Josué tenía que esforzarse en confiar en Dios, en el poder de Dios, en el Espíritu de Dios, no en sus fuerzas.

Escrito está, entonces respondió y me habló diciendo: Esta es palabra de Jehová a Zorobabel, que dice:

«No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.» – Zacarías 4:6

Lo anterior es confirmado en el periodo de la gracia, cuando leemos:

«Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús.» – 2 Timoteo 2:1

Y la exhortación sigue siendo la misma, esforzarnos en lo que Dios puede hacer a través de su gracia, porque como Josué, nosotros somos soldados. Con ese carácter exhortó Pablo a Timoteo como lo vemos en los vv.3 y 4, nuestra confianza, nuestra fe la ponemos en Dios como lo constatamos en el siguiente texto:

«Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos.» – 1 Corintios 16:13

Solo cuando ponemos nuestro esfuerzo y confianza en Dios es cuando la lucha que tenemos día a día resulta en victoria. Porque no es por obras. El Señor dice:

«Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.» – Efesios 6:10


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