El Peligro del Enojo | Efesios 4:26 | Vida Abundante Iglesia Cristiana

El Peligro del Enojo

Como lo leímos en el libro de John Piper que estamos siguiendo cada semana, existen dos tipos de enojo, el positivo y el negativo, aunque yo prefiero llamarlos, enojo justificado y enojo injustificado.

El primero consiste en que cuando vemos o presenciamos alguna injusticia, pecado, abuso, etc., reaccionamos “naturalmente” con enojo justificado; en cambio hay situaciones que no merecen o no justifican nuestro enojo, bien sea porque no nos gustan o no nos parecen bien, y sin embargo, no constituyen pecado, injusticia o abuso. Por ejemplo, si nos dan una comida con exceso de sal o el café con o sin azúcar según el caso, bien sea que la acción se ejecute por imprudencia, impericia o intencionalmente.

Ahora bien, la intensidad del enojo también tiene que ver en esta cuestión, pues el mismo, aunque obedece a un impulso, es decir una reacción natural, el enojo no debe ser descontrolado o desproporcionado, bien sea en su intensidad o en su prolongación. Porque tales circunstancias hacen caer al hombre en el enojo injustificado y eso resulta peligroso no solo para uno mismo por el pecado que ello significa, sino para los demás porque afecta la relación con ellos.

La Biblia usa varias palabras para referirse al enojo, por ejemplo; anagakteo, que significa irritarse o indignarse; también usa el verbo thumoo, que significa encolerizarse fuertemente y que implica una reacción agitada de sentimientos, una explosión. Igualmente utiliza orgizo, que simplemente significa airarse y entraña amargura en el enojo, asimismo suele usarse para ira e incluso cólera, pero sin llegar al nivel de thumos (sustantivo), en este caso en el cual la ira es tal que puede producir un deseo de venganza.

El apóstol Pablo guiado por el Espíritu Santo escribió:

«Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo.» – Efesios 4:26-27

La palabra que uso el apóstol en el v.26, es orgizo, y está pensando sin duda en el enojo justificado dado que vemos que el versículo empieza con una expresión que pareciera imperativa, como si nos estuviera ordenando que nos enojáramos. Pero más bien esta expresión indica una conducta que se sabe que va a ocurrir y que como reacción natural (impulso), no podemos evitar; pero lo que, sí podemos controlar y justo es donde tenemos que aplicar el fruto del Espíritu Santo, en especial la templanza.

«Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.» – Gálatas 5:22-23

Es decir, debemos controlar la intensidad de la reacción que no se convierta en un pecado y peligro, porque eso no agrada a Dios. Porque ello significaría encolerizarnos sin control hasta tal punto que corremos el peligro de engendrar deseos insanos en nuestra mente.

En la segunda parte del v.26 el apóstol nos advierte de un segundo peligro que consiste en permitir que las tinieblas se pongan sobre nuestra ira, a tal punto que nos advierte que eso puede dar lugar al diablo.

Esta parte del texto ha sido a veces mal interpretada, enseñando que nuestro enojo no debe durar hasta el anochecer o incluso se infiere que no debemos irnos a dormir con el enojo lo cual no es el sentido del pasaje, pues qué pasa si precisamente el enojo viene ya entrada la noche. También se hace énfasis en que el versículo enseña que el enojo no debe ser duradero. Si bien estas dos cuestiones es pertinente advertirlas. Lo que el texto en realidad nos enseña, es a evitar otro tipo de obscuridad, pues cuando el versículo se refiere a tinieblas, alude a la obscuridad espiritual que es el área en donde opera el diablo (Efesios 6:12); esto es no debemos de llevar el enojo a tal descontrol que sea más bien satanás quién tome ese lugar que le hemos dado y gobierne el enojo, así se debe entender cuando dice, que no debemos permitir que «las tinieblas se pongan sobre» (gobiernen el enojo).

Es por ello, que Pablo nos instruye a no dar lugar al diablo, esto es, a perder el control por el grave peligro que ello representa pues es claro que no producirá ningún resultado positivo para nadie.


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