En una ocasión siendo joven, una persona que me quería motivar a hacer algo, me dijo; “El movimiento se demuestra andando”. Yo estaba muy motivado a inscribirme a un curso, quería hacerlo, pero no me decidía.
Finalmente me inscribí y aprendí que era lo que quería respecto de lo que trataba ese curso.
Así ocurre con Dios, mientras no lo conozcamos personalmente no sabremos lo que queremos de El, ni lo que El pueda hacer por nosotros. Las personas se generan sus propias motivaciones para la vida, y su vida gira en torno a esas motivaciones. Puede ser el deporte, la profesión, los bienes, etc.
¿Cómo sabemos que tal o cual cosa es la motivación de una persona? Por la forma en que se relaciona con ella. Vive para ella. Si su vida es el deporte y no alcanza su meta, se frustra, se siente que fracaso en la vida; si son sus bienes y los pierde, se entristece, y si su motivación es una persona y no es correspondido, se desilusiona. Eso demuestra que vive para esa cosa o persona.
Eso es justamente la adoración, de la cual no encontramos una definición en la Biblia. Sin embargo, toda la Biblia nos lleva a la adoración a Dios, a vivir para Él, a que Él sea nuestra motivación. Las Escrituras muestran lo que Él es, lo que Él ha hecho por nosotros, y la relación que quiere que tengamos con Él desde ahora y eternamente.
La palabra que más se usa para adoración o para honra es la palabra griega ‘proskuneo’, que por cierto quiere significar coloquialmente “dirigir tus besos hacia…”
Pero me gustan las palabras ‘sebo’ que significa “venerar”, ‘latreuo’, que quiere decir “servir”, y sobre todo el verbo ‘timao’ que significar “valorar”, de donde viene la palabra castellana “estimar”.
En esto último es en lo que me quiero detener. En el siguiente pasaje, vemos la valoración que los judíos le dieron a Jesús en su ministerio terrenal.
“Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo. Por esto los judíos aun más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios. Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente. Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis. Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida. Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió.” – Juan 5:17-23
Los vv. 17 y 18, enseñan que Jesús les dijo que Dios era su Padre y los judíos entendieron bien lo que eso significaba, tan es así que quisieron apedrearlo porque se hacía igual a Dios. No lo valoraron ni como el Hijo de Dios, ni como Dios mismo, ellos lo menospreciaron, (atimos).
En los vv. 19 y 20, Jesús les reconvino ante la amenaza de quererlo matar, diciéndoles que Dios lo ama y le revela todo lo que hará el Padre.
También les mostró en el v. 21 que por el amor que le tenía, le resucitaría de los muertos y que el mismo poder que tiene el Padre para dar vida y resucitar lo tiene el Hijo.
En el v. 22, Jesús afirma que Dios le ha delegado todo el juicio al Hijo.
Todo esto se los mostró Jesús para que se dieran cuenta de que el Padre, Dios mismo, le da un alto valor a Jesús, su Hijo, a tal punto que el v. 23, enfáticamente dice que todo lo que el Padre hace con el Hijo es para que los hombres lo adoren, aprecien al Hijo como aprecian al Padre. La palabra que se usa en este pasaje es la palabra ‘timao’ dos veces.
El autor del Libro de Hebreos en el Capítulo 1 no sólo nos muestra a Cristo como el Hijo de Dios, sino como a Dios; siendo honrado por Dios mismo. Hebreos 1:4-13
Para comprender perfectamente lo que significa adorar a Dios no sólo es darle la gloria (Doxa) o alabarlo, o servirle, es entender que la vida del hombre no tiene sentido sin Cristo, que vivir es Cristo, que el sustento es Cristo.
El hombre religioso quiere ir a un lugar a adorar, el creyente quiere ir a una persona, y esa persona es Jesús. Reconocer a Jesús como Señor, Salvador, Dios, Rey, para adorarle. Porque sin Cristo la vida no tiene sentido, que su motivación de vida sea Cristo
Que usted pueda expresar como lo hizo Pablo en la Carta a los Filipenses:
“Conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte.” – Filipenses 1:20
Estos tiempos son propicios para conocer a Jesús e intensificar su relación. ¿Qué espera para venir a Jesús, conocerlo y adorarlo? “El movimiento se muestra andando”.
