Efectivamente Dios nos insta a gozarnos y alegrarnos, y la razón de esta exhortación es porque nuestro galardón es grande en los cielos:
“Gozaos en aquel día, y alegraos, porque he aquí vuestro galardón es grande en los cielos; porque así hacían sus padres con los profetas.” – Lucas 6:23
Eso pone en perspectiva nuestra vida, pues la razón por la que debemos gozarnos y alegrarnos es que tenemos un galardón en los cielos, lo cual ocurrirá en el futuro glorioso cuando estemos en la presencia del Señor. Pero si observamos con cuidado el pasaje, la Escritura nos dice que nos gocemos en aquel día, y entonces la pregunta es, ¿y en esta vida, en el presente qué no habremos de gozarnos y alegrarnos, o solo es para el futuro? La respuesta es incuestionable, ¡Claro que sí!
Debemos entender que el texto al referirse a aquel día, no se refiere al día en que estemos en el cielo con cuerpo glorificado, sino al día en que nos encontremos siendo aborrecidos, o rechazados o desechados por causa de Jesucristo. Esto se puede comprender así si leemos el siguiente pasaje:
“Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre.” – Lucas 6:22
Esto es así, porque la Biblia enseña esto sistemáticamente y además nos da un ejemplo supremo que es el de nuestro Señor Jesucristo.
Leamos:
“(1) Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, (2) puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. (3) Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.” – Hebreos 12:1-3.
En donde observamos en el v.1, la exhortación que se nos hace a vivir en esta vida sin pecado y sin el agobio (peso), que implica la carrera que emprendemos cuando recibimos a Cristo como nuestro Salvador y Señor.
La única manera de vivir como hijos del reino es siguiendo el ejemplo de Jesucristo; como lo vemos en el v.2 que dice que tenemos que mirar por encima del sufrimiento y la ofensa, con los ojos puestos en Jesús.
Los primero que observamos es que Cristo se gozó en medio de la aflicción, y no de la aflicción. Esto es importante porque no nos gozamos de la aflicción, sino cuando estamos en aflicción. En segundo lugar, nos percatamos que Él se pudo gozar en medio de los padecimientos porque puso la vista por encima de ellos, viendo al futuro en el momento en que sería exaltado a la diestra del trono de Dios, y eso es justamente lo que le producía un gozo superior a cualquier padecimiento que experimentara, como en efecto ocurrió en la cruz.
De igual manera, nosotros habremos de poner los ojos en Jesús en medio de cualquier aflicción, como la que ahora pudiéramos estar pasando, porque no se compara como dice el apóstol Pablo:
“Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria;”, “Mucha franqueza tengo con vosotros; mucho me glorío con respecto de vosotros; lleno estoy de consolación; sobreabundo de gozo en todas nuestras tribulaciones.” – 2 Corintios 4:17 y 7:4
Cuando estamos conscientes del peso específico de lo que padecemos en este mundo por causa de Cristo y el gozo que nos espera, simplemente no hay comparación. Y si usted no ha notado esto, se le hará muy pesada la carga en la carrera de la vida y vivirá agobiado, agotado y triste, si no es que hasta decepcionado.
Por eso el v.3 de Hebreos 12, nos invita a considerar a Jesucristo que sufrió toda clase de maltrato, para que cuando nosotros nos enfrentemos a las aflicciones, nuestro ánimo permanezca y nuestro gozo de cumpla.
Ahora bien, todo esto tiene que ver con su fe, pues tenemos que aprender de Jesucristo, quien es el autor y consumador de la fe:
“Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.” – Hebreos 12:2
Ahora bien, podría haber cosas que estuvieran estorbando su gozo en medio de la aflicción, por lo que le propongo que estudie el siguiente pasaje:
“Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo.” – Mateo 13:44.
Que le enseña lo siguiente:
- Tiene que creer en el reino de los cielos y que usted es ciudadano de ahí.
- Que el reino de los cielos es un tesoro y tiene un gran valor para usted.
- Que está interesado en el reino
- Que tiene que buscarlo porque es valioso.
- Que tiene que cuidarlo como lo valioso que es.
- Que tiene que estar dispuesto a dejar (vender), todo aquello que usted piensa que le puede producir alegría superior al reino de los cielos. Recuerde no hay comparación.
- Usted tiene que apropiarse del reino de los cielos ahora mismo.
- Tiene que vivir aquí y ahora como hijo del reino.
Si usted no entiende de esa manera el reino de Dios, déjeme advertirle que se le dificultará mucho vivir con gozo y alegría, cualesquiera que sean sus circunstancias.