El apóstol Juan hace una pregunta que pone de manifiesto que resulta indispensable conocer a Dios para amarlo.
“Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” – 1 Juan 4:20
La palabra que sistemáticamente utiliza el apóstol Juan en su primera epístola, para la palabra “conocer” es ginosko, la cual se traduce como “saber” y mayormente como “conocer”, lo que sugiere un conocimiento fundado en una realidad, la combinación de saber y conocer nos podría dar como resultado entender. Y en efecto esa es la idea de conocer experimentalmente a Dios.
Este entendimiento que entraña “darse cuenta”, produce una determinación que en el tiempo aoristo (acción que ocurre en el pasado y sigue produciendo efectos en el presente), indica determinación de la voluntad basada en el conocimiento pleno, tal como lo vemos en el siguiente pasaje:
“Así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.” – Juan 10:15
Ginosko indica frecuentemente, según el diccionario Vine, “una relación entre la persona que conoce y el objeto conocido.” y agrega, “… lo que es conocido es de valor e importancia para aquel que conoce y de ahí el establecimiento de la relación”.
Dentro de este contexto de ideas, podemos afirmar que la persona que verdaderamente conoce a Dios, tiene la aptitud de amarlo y el postulado inverso también es cierto. Quien no conoce a Dios no tiene la aptitud de amarlo.
Ahora bien, el apóstol Juan afirma categóricamente que nadie puede amar a Dios si no le ha visto, y esto no contradice lo que expresa la Palabra de Dios cuando leemos:
“Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?” – Juan 14:9
Pues en este texto se refiere a que Jesucristo es el quien revela a Dios a los hombres.
Jesucristo es Dios mismo. Por lo cual conocemos a Dios por lo que Él es, pero también lo conocemos por lo que Él ha hecho, su obra, su creación lo revela a Él mismo. Así lo podemos deducir en el siguiente pasaje:
“Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido.” – Romanos 1:19-21
De este texto vemos que la deidad (de Dios), y su poder (lo que hace), se hacen claramente visibles a través de las cosas hechas, la creación.
Por eso es de suma trascendencia que las personas conozcan lo que es y lo que ha hecho el Dios del universo.
De esa manera serán atraídas por el ser supremo que demanda de nosotros un amor total, con todo el corazón, alma, mente y cuerpo.
Y cuando eso se cumple se genera una relación de pleno conocimiento entre el sujeto que ama y el ser amado y mientras más lo conocemos, más lo amamos y más cerca queremos estar de Él y nunca apartarnos.
De lo contrario, ocurrirá lo siguiente:
“Y toda aquella generación también fue reunida a sus padres. Y se levantó después de ellos otra generación que no conocía a Jehová, ni la obra que él había hecho por Israel. después los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová, y sirvieron a los baales. […] Y dejaron a Jehová, y adoraron a Baal y a Astarot.” – Jueces 2:10-11, 13
Observamos que dado que no conocieron a Dios, ni lo que Él había hecho, provocó que se apartaran de Él. Observa con cuidado el v.11 y el v.13, que hacen énfasis que como resultado de la falta de ese conocimiento, se apartaron, lo dejaron; se alejaron de Dios, hubo una ruptura severa en la relación.
El que no ama, no le cuesta trabajo, ni pesar, dejar una relación. Por eso es tan importante para mantener una relación con el Señor, el tener el deseo de conocerlo cada vez más, como nos anima el profeta de Dios:
“Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehova…” – Oseas 6:3a