En los próximos 24 días estaremos leyendo y meditando en el Evangelio de Lucas que por cierto tiene 24 Capítulos.
El propósito es reflexionar acerca de la persona de Jesucristo, desde la promesa que Dios hizo a su pueblo y bendición a todas las naciones, así como en su nacimiento, ministerio, crucifixión, muerte, resurrección y ascensión.
El libro de Lucas nos ayudará a conocer más de Nuestro Señor Jesucristo, para que cuando tú que nos acompañes en esta lectura, concluyas el Evangelio, estés preparado para el Día de Navidad y la Noche Buena y comprendas mucho mejor cuál es el sentido de que el Mesías naciera.
Te recomendamos que leas un Capítulo por día, que dediques tiempo a meditar en él y que en este boletín al final anotes un comentario de lo que te mostró Dios acerca de su Hijo en cada Capítulo. Así que comencemos, ¡Bienvenido!
“Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor; Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva; Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre, Y su misericordia es de generación en generación A los que le temen. Hizo proezas con su brazo; Esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. Quitó de los tronos a los poderosos, Y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes, Y a los ricos envió vacíos. Socorrió a Israel su siervo, Acordándose de la misericordia De la cual habló a nuestros padres, Para con Abraham y su descendencia para siempre. Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó, diciendo: […] Bendito el Señor Dios de Israel, Que ha visitado y redimido a su pueblo, Y nos levantó un poderoso Salvador En la casa de David su siervo, Como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio; Salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron; Para hacer misericordia con nuestros padres, Y acordarse de su santo pacto; Del juramento que hizo a Abraham nuestro padre, Que nos había de conceder Que, librados de nuestros enemigos, Sin temor le serviríamos En santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días. Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; Porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos; Para dar conocimiento de salvación a su pueblo, Para perdón de sus pecados, Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, Con que nos visitó desde lo alto la aurora, Para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; Para encaminar nuestros pies por camino de paz.” – Lucas 1:46-55 y 67-79
Como podrás apreciar, en esta ocasión elegimos 2 textos que se refieren el primero al cántico de María y el segundo al cántico de Zacarías, los cuales son conocidos recíprocamente como “El Magnificat” y “El Benedictus”.
Ambos cánticos son de alabanza a Dios y al Mesías, hacen referencia a muchos pasajes del Antiguo Testamento. En especial aluden a la promesa de Dios a Abraham.
Ana hace énfasis al auxilio que prestó Dios a Israel acordándose de su misericordia de la cual habló a Abraham y su descendencia para siempre. v. 54 y 55
Esta última parte del v.55 “para siempre” muestra no solo la confianza y seguridad de María acerca de la fidelidad de Dios, ella canta convencida de que Dios está cumpliendo lo que prometió. Por cierto, hace como 9 años presentamos, en un Servicio Especial en nuestra Iglesia, la opera alusiva al cántico de María, El Magnificat, ¿la has escuchado? Es de J. Sebastian Bach, te la recomendamos ampliamente. Algún día la volveremos a montar.
De igual manera Zacarías al alabar a Dios en los v.72 y 73, dice que Dios levantó al Cristo para hacer misericordia a nuestros padres y acordarse del “Santo Pacto”, del juramento que hizo a Abraham.
Lo que llama la atención en esta alabanza es que Zacarías alude al Santo Pacto como un reconocimiento a la fidelidad e inmutabilidad de Dios. Lo que prometió hace miles de años lo estaba cumpliendo con la venida de Cristo. Creer en eso, se llama fe y esperanza.
También es de destacarse que en ambos cánticos se refieren a las perfecciones o atributos de Dios, reconociendo que es el Señor. Por ejemplo María, se refiere a su Santo nombre, no solo a su nombre, sino a su Santo Nombre, su poder y grandeza v.49. A su misericordia de siempre, pero agrega a los que le temen. No puedes pasar por alto este aspecto de aquellos que sinceramente creen en Jesucristo v.50. También habla de su justicia en los v.51 y 52 quitando el trono a los poderosos y exaltando a los humildes.
También Zacarías en los v.74 y 75 reconoce la justicia de Dios al librarlos de sus enemigos lo que provocó que su pueblo le sirviera sin temor, aunque debemos aclarar que aquí se refiere al miedo que no debemos sentir ante los enemigos de Dios cuando le servimos; en cambio Zacarías se refiere al temor como reverencia de aquellos de los cuales tuvo misericordia.
Es pertinente conocer cómo debe ser ese servicio, dice Zacarías “en santidad y justicia” todos los días de nuestra vida.
Hay mucho que aprender de estos 2 cánticos, así como del de Simeón en Lucas 2:25-32 y que recomendamos que también leas al final; así como el de Ana la madre de Samuel, cuya alabanza a Dios es muy parecida a la de María.
Pero finalmente en lo que queremos que medites es que en ambos textos tanto María (v.46) como Zacarías (v.68), empiezan su cántico con una bendición al Señor, tal y como debería empezar nuestro acercamiento a Dios en oración y no con repeticiones de palabras.
Llama la atención en ambos cánticos que la gratitud, reconocimiento y bendición a Dios es por su enviado, su Salvador. Ana se refiere a Jesucristo como su Salvador (v.47).
Por su parte Zacarías reconoce que Dios envió a su Poderoso Salvador a Israel, del cual él formaba parte. El apropiarse del carácter de Salvador Cristo hace que la persona sea verdaderamente salva, Juan 1:11-12, permítenos unas preguntas adicionales:
¿Qué es para ti Jesucristo el Salvador o tu Salvador?, ¿Con qué seguridad y convicción lo dices?, ¿Sabe la gente que Jesús es tu Salvador, se los dices?, ¿Cada cuándo?
Lee abajo Génesis 12:1-3, 15:18 y termina con 15:6
“Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.” – Génesis 12:1-3
“En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Éufrates;” – Génesis 15:18
“Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.” – Génesis 15:6