Todos hemos aprendido alguna vez que Cristo es cien por ciento Dios, pero también sabemos que es cien por ciento hombre.
Esto que parece un postulado sencillo, se convierte en un asunto complicado cuando tratamos de explicar algunas cuestiones propias de Jesus el hombre, es decir respecto de su naturaleza humana.
“Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.” – Hebreos 5:7
Leer: Hebreos 5:7-14
¿Jesus de verdad se hizo como nosotros?, entonces ¿Él estaba expuesto al pecado? ¿Jesus no tenía la potestad de conocer el tiempo de su venida?
Estas y otras preguntas nos hacen difícil comprender cómo a la vez que era Dios, se humilló hasta ser hombre.
El texto que nos ocupa presenta una de estas interrogantes; Jesus siendo Dios, ¿tenía que aprender a obedecer? ¿Qué acaso no es perfecto?
Una respuesta sencilla pero no bíblica, es simplemente decir que debía aprender a obedecer como hombre, pero no como Dios.
Pero esta conclusión nos lleva a una herejía, a separar las dos naturalezas y quizá caer en doctrinas que a los inicios de la iglesia fueron tratadas de introducir por algunos hombres “iluminados” (los gnósticos).
Jesus no era cincuenta por ciento hombre y cincuenta por ciento Dios. Él era un solo hombre y una de las personas de la trinidad al mismo tiempo, completa y plenamente.
Sin embargo, no deja de sorprendernos que Hebreos 5:8, diga que Cristo aprendió obediencia, ¿a qué se refiere el texto?
Lo primero que nos sorprende es que Cristo cuando era hombre, v.7, ofreció ruegos y suplicas a Dios para que lo librara de la muerte y además agrega el versículo que lo hizo con gran clamor y lágrimas.
Sería valida la pregunta ¿Qué acaso Cristo no sabía cómo acabaría todo?, ¿no sabía qué al final de cuentas resucitaría? Él no estaba enteramente clamando porque Dios no lo dejara morir, sino porque lo librará de la muerte; lo cual en efecto hizo al resucitarlo y todo ello, sea dicho de paso fue por su temor reverente.
Pero leemos en el v.8 que no obstante Cristo ser hijo de Dios, tuvo que aprender obediencia. ¿Pero qué tuvo que aprender a obedecer? El mismo versículo nos dice que tuvo que padecer, es decir tuvo que enfrentarse al sufrimiento, tenía que pasar por el sufrimiento que todos conocemos y solo así poder ser autor de nuestra salvación, pues Él tuvo que cargar con nuestros pecados y pagar nuestra deuda para nosotros ser salvos, v.9
Pero aún queda otra cuestión, cómo es eso que dice el v.9 que fue perfeccionado, ¿qué Cristo no era perfecto?
No debemos pasar por alto el contexto en el que se escribe Hebreos, que es el del sufrimiento de los hebreos cristianos, que estaban padeciendo si bien no habían muerto. Y ellos tenían que aprender de Cristo a llegar a ser perfectos, completos, en medio del sufrimiento. De tal forma que en este contexto la palabra perfección se refiere a completar la obra de salvación únicamente por medio del sufrimiento. Por eso Cristo fue declarado por Dios sumo sacerdote pues ofreció el sacrificio perfecto que se requería para la salvación del hombre, v.10
En este contexto se comprenden mayor los v.11-14, en donde el autor de Hebreos exhorta a los judíos que se habían convertido y a nosotros también; a que dejemos los rudimentos de la fe y que nos hagamos expertos en la palabra de justicia que es la única que nos puede dar discernimiento respecto del bien y el mal. Y así por reverencia a Dios aprendamos a ser obedientes, a padecer si es necesario, o más bien es necesario, como lo dice el apóstol Pedro.
Por ello resulta inadecuado que las personas cuestionen la lectura de la Biblia, debiéndonos más bien preguntar, ¿cómo vamos a obedecer si no escuchamos la voz de nuestro Padre?, ¿cómo vamos a saber lo que tenemos que “hacer” si no sabemos lo que Él quiere que hagamos?