La Obra Redentora de Dios | Vida Abundante Iglesia Cristiana

La Obra Redentora de Dios

Para poder comprender mejor el texto de nuestra reflexión, tenemos que entender que la obra de redención que Dios hace es total, plena y completa, no es parcial, no es temporal, sino definitiva y se demuestra mejor en la relación que tenemos con Él.

“Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.” – Filipenses 2:12-13

También hay que aclarar que a veces se usa la redención como sinónimo de salvación, pero la salvación, es más específica, porque se puede circunscribir al momento en que iniciamos nuestra relación por fe con Cristo y se desplaza en el tiempo en el proceso de santificación en que entramos, hasta llegar a la glorificación.

La redención es el rescate que Dios pagó por nosotros, nos compró. De hecho una de las formas originarias de adquirir la propiedad es mediante la compra, que comprende el pago de un precio.

En ese sentido cuando la Palabra de Dios usa el vocablo “Salvación”, será necesario observar a qué periodo de nuestra relación se está refiriendo y eso solo lo podemos saber por el contexto en el que se encuentra esa palabra.

Así por ejemplo la palabra salvación podría aparecer como el evento que ocurrió en nuestro “pasado”, cuando creímos en Jesucristo y Él nos salvó, y que, dentro del proceso de redención se llama “justificación”, mediante la cual somos declarados santos, hijos de Dios, creyentes, hermanos, en fin cristianos. Un ejemplo es Efesios 1:13 que dice:

“En Él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa.”

Pero también puede ser usada esta palabra en la Escritura cuando se refiere a ese proceso “presente” de vida que es el reflejo de una fe auténtica y que se conoce como “santificación”. Tal y como lo podemos ver usada en nuestro texto Filipenses 2:12

“Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor.”

Finalmente, la palabra salvación la vemos usada refiriéndose al “futuro” glorioso que nos espera cuando nuestros cuerpos sean transformados y estemos en la presencia del Señor y se le conoce como “glorificación”, tal y como se refiere a ella el apóstol Pedro en su primera epístola en el capítulo 1 versículo 5:

“Que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.” – 1 Pedro 1:5

En esas condiciones cuando Pablo le dice a los filipenses que se ocupen de su salvación, la está usando para el tiempo presente de la relación con el Señor. Es decir que pongamos en práctica todos aquellos mandamientos que el Señor nos dejó en su palabra, y que solo lo podremos hacer si nos dejamos guiar por la reverencia (temor), de la obra redentora de Cristo en la cruz, derramando su sangre. Entendiendo por supuesto que el verdadero temor produce un temblor como resultado de la conciencia de la redención inmerecida.

Ahora bien, no hemos de perder de vista el contexto para pensar que nosotros podemos por el esfuerzo carnal ocuparnos de nuestra santificación, eso sería sacar la redención de la gracia y la fe. Por eso el apóstol les aclara que para poner en práctica lo que Dios nos mandó, solo es posible si dependemos de que Dios es el que genera (produce) por su santo Espíritu, morando en nosotros. Tanto la voluntad como la actividad provienen de Dios.

Así también se desprende de lo que dice el apóstol Pedro en 1 Pedro 1:5 que para alcanzar la glorificación es que somos guardados por Dios mismo. Esto es, Él nos salva, nos santifica y glorifica, pues el produce tanto la “perseverancia como la perseveración de los santos”

Solo así entenderemos Romanos 13:11 que dice:

“Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos.”

En efecto, la salvación (glorificación) está más cerca que cuando creímos (justificación).

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