Existe un buen número de personajes en la  Biblia respecto de los cuales el pueblo evangélico discute si fueron o no salvos. Uno de esos ejemplos es el rey Saul, otro más que ahora nos ocupa es el rey Ciro.

Un poco de contexto; Ciro fue un rey Persa, también conocido como Ciro I, ascendió al trono al final de la época en que el pueblo de Israel se encontraba en el cautiverio de Babilonia (536 A.C. Aprox).

Dios usó grandemente a este rey pagano para el regreso de parte del pueblo de Dios a Jerusalén y la reconstrucción del templo.

Pues bien, este hecho había sido profetizado por Isaías con bastante anticipación, pues el ministerio de este profeta abarcó entre los años 740 y 687 años A.C.

Leer: Isaías 45:1-6

En el v.1, leemos que Dios habló a su ungido, a Ciro, al cual tomó por su mano derecha para vencer naciones, libertar reyes y abrir permanentemente puertas. Lo sobresaliente de esta declaración es que Dios lo llama «su ungido», «su mesías». Estoy seguro que apenas podrá usted creerlo y no sólo eso, sino que le habló por su nombre.

Por su parte los v. 2-3 afirman que Dios iría delante de él y que haría cosas poderosas tales como que le daría victorias inexplicables para apoderarse de tesoros, con una finalidad, y ponga por favor atención a esto:

“…para que sepas que yo soy Jehová, el Dios de Israel, que te pongo nombre.” – Isaías 45:3

Es increíble pues se le reveló como Yahvé y todo esto NO lo hizo por Ciro, sino por amor a su pueblo, el escogido, Israel, Jacob; pero Dios aclara que lo llamó por su nombre y le puso sobrenombre, “…aunque no me conociste.”  (v. 4).

El rey Ciro fue utilizado grandemente por Dios, fue de mucha bendición para el pueblo de Dios, pues a través del famoso Edicto de Ciro (Esdras 6:1-5) liberó al pueblo de Dios y ordenó la reconstrucción del templo. Pero la Biblia dice claramente que jamás conoció a Dios.

Algunos creyentes al leer Esdras 1:1-4 se confunden, y al ver expresiones que aparecen en ese texto tales como; «…Ciro rey de Persia, el cual hizo pregonar de palabra…» (v. 1); «…Jehová el Dios de los cielos…» (v. 2); «Él es el Dios…» (v.3) etc., piensan que el corazón de Ciro se convirtió a Dios.

Pero Isaías 44:24-28, deja en claro que, por la soberanía de Dios, Él hace lo que Él quiere, y hace hablar a quien Él ordena, que se sirve de quien Él quiere para que haga su voluntad y que lo llama como Él quiere, como por ejemplo a Ciro, que lo llamó «mi pastor» poniendo en boca de inicuos  profecías tales como; decir que “Jerusalén serás edificado” y del templo, decir que; “serás fundado” (Isa. 44:28), pero a pesar de eso Ciro no conoció a Dios.

Ciro prestó un gran servicio al pueblo de Dios, pero semejantes servicios fueron hechos a dioses de otros pueblos, según fueron encontradas evidencias en excavaciones hechas en Babilonia entre 1879 y 1882 por Hormizd Razza en lo que se llamó el “Cilindro de Ciro”.

El servicio que prestamos a Dios o a su pueblo, no necesariamente significa que seamos salvos, por eso es necesario conocer a Dios o mejor dicho ser conocidos de Dios (Gálatas 4:9).

Debes tener presente, como lo dice Isaías, que Dios nos utiliza porque:

«Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí. Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste, para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta donde se pone, que no hay más que yo; yo Jehová, y ninguno más que yo» – Isaías 45:5-6